El otiorrinco (Otiorynchus sulcatus) devora las extremidades de las hojas y flores. Los perjuicios más graves son causados por la voracidad de las larvas que, después de su
salida del huevo, empiezan a alimentarse de pequeñas larvas. A medida que van creciendo, éstas atacan raíces más gruesas, tubérculos y la corteza de los tallos. Finalmente, la planta
afectada muere.
Una manera de controlar el efecto del otiorrinco es mediante el control biológico. El más utilizado es el Heterorhabditis bacteriophora, un nematodo que penetra las larvas por
los orificios del cuerpo. Después de penetrar, las bacterias que conviven en simbiosis se liberan y se extienden en la larva y se reproducen rápidamente. La larva afectada adquiere un
color amarillo-rojo oscuro y muere a los dos días.